Una joven residente de la ciudad portuaria de Le Havre sufre de problemáticas que bien podrían asociarse a la falta de motivación. Pareciera carecer de algún tipo de pasión que la encamine en un rumbo seguro. No tiene trabajo, ni voluntad de depositar sus energías en las ofertas laborales de la agencia de asistencia al desempleo, y es frente a esta situación que tiene una epifanía.
Quizás si ella  fuese otra persona. Y quizás si esa persona se llamase Bérénice Beaurivage, como la escritora de novelas protagonista de una película de Eric Bohmer, y también si al igual que el personaje ella misma fuera escritora, podría llevar aquel platónico y desestructurado estilo de vida asociado a tantos personajes bohemios de la literatura universal

Su fuerte parecido físico con la actriz que representa al personaje de Bérénice en la película, la motiva a llevar a cabo este cambio de identidad, iniciando una nueva vida en otra cercana ciudad portuaria llamada Saint-Nazaire. 

Allí conocerá al Inspector. Un hombre de buen proceder empleado de la marina mercante como figura encargada de notificar y regularizar las imperfecciones infraestructurales de los navíos, y será éste quien le ofrezca un nuevo lugar donde vivir, junto a algunos de los lujos que nuestra personaje -cuyo nombre real no conocemos aún- deseaba tanto tener.

Sin embargo, la agudeza del Inspector, consecuencia de años de trabajo buscando infracciones y observando detalles, sumado a la aparición de una periodista amiga que parece desconfiar fuertemente de la historia de la joven, harán que “Bérénice” deba esforzarse cada vez encubrir su verdadera identidad. Esto desencadenará una serie de acontecimientos al borde del desespero por mantener la vida y estatus que tanto esfuerzo le había costado conseguir.

Tres historias en tres ciudades, en un periodo de tres meses, en el entrelazamiento constante de tres personajes principales, acabarán por triangular geométricamente la historia en relación a la figura astronómica del Triángulo de Invierno, cuya presencia se mantiene recurrente en la lectura a través de pequeños guiños y sutilezas.

La agudeza, por momentos irrisoria, con la que está autora hace uso del lenguaje, presentándonos en diversas oportunidades la necesidad de releer sus palabras para acabar de verificar que efectivamente está aconteciendo lo que suponemos, hace de la escritura de Julia Deck, un recorrido por momento turbulento pero siempre disfrutable, en una novela que trata tanto la superficialidad, como la desconfianza de algunas personas frente a los cánones de vida tradicionales, así también como el lugar marginal en el que pueden acabar estos individuos en relación a la sociedad.